6 ene 2012

A 80 km al este de Marsella....

A 80 kilómetros al este de Marsella, siguiendo la A-50, se llega a la comuna de Hyères, una población mediana a orillas de la costa de la que sale una península (Giers), muy parecida a La Manga del Mar Menor pero en miniatura. Esta península está compuesta a su vez de pequeños núcleos de casas como Le Pousset, La Madrague, La Tour Fondue, etc... Todos estos pueblos dan al mar haciendo de cada uno de sus rincones unos lugares dignos de ver. Justo enfrente y no a muchos cientos de metros de la costa se divisan varias islas como Porquerolles, Port-Cros y la isla de Levant además de muchos islotes.
Playa en "La Capte"


Salinas en La Capte
Los 2 kilómetros y medio que unen el sur de Hyères con la península están rodeados a un lado del Mediterráneo y al otro lado de unas salinas llenas de flamencos y demás aves del estilo, todo está muy bien comunicado por autobús público aunque también se puede hacer a pie o en bicicleta.
Por toda esta zona hay muchos campings, hoteles y apartamentos para pasar unos días, también hay restaurantes, pero vamos, salvo los hoteles todo está cerrado de Octubre a Abril así que mas vale ir preparado con víveres si como yo decís de ir en invierno y es que me encanta visitar estos lugares cuando no hay diez mil quinientos turistas turisteando por los alrededores.

Para no desaprovechar los privilegios que tiene trabajar en un hotel me alojé en otro de la misma marca, eso si, bastante diferente a todos los que conocía, con jardines, piscina climatizada, tratamiento de talasoterapia y acceso directo a la playa.
Piscina climatizada desde la terraza de mi habitación
Tras hacer una primera toma de contacto de las instalaciones y de los alrededores del hotel, ya con el cuerpo nuevo después de las burbujas, me monté en el coche y me fui a Toulon, una ciudad a unos 15 km, allí me di un paseo por el puerto hasta “la grosse tour” un fuerte a la entrada de la bahía. Volviendo al centro dejé a un lado los paseos de la costa y me metí por las calles del centro, donde los restaurantes con terrazas llamativas se convirtieron en autenticas tabernas de pescadores locales viendo partidos de rugby, es algo que siempre hay que hacer cuando se visita una ciudad, después de haber visto lo turístico hay que adentrarse en los barrios, allí encontré un buen lugar para cenar “le bar du sud”.
Le Madrague
Embarcadero de "Le Tour Fondue"
A la mañana siguiente fui al puerto de La Tour Fondue desde donde salen  todos los días los barcos dirección a la Isla de Porquerolles, 18€ ida y vuelta, el primero es a las 7 de la mañana y luego van saliendo cada hora, hora y media hasta las 17:30 en invierno y las 19:30 en verano. Los mismos horarios para la vuelta de Porquerolles.











Le Tour Fondue

Una vez en la Isla conforme vas saliendo del puerto te encuentras justo enfrente la oficina de información turística, bastante cutre, todo hay que decirlo, como mucho te dan un mapa que parece dibujado por espinete, lo bueno es que la isla no es muy grande, tiene unas dimensiones de unos 7´5 km de la largo por 2´5 de ancho. Justo al lado de la oficina de información está el núcleo habitado de la isla, 10 o 12 bares, 4 o 5 tiendas de alquiler de bicicletas y no mas de 50 casas.
Porquerolles
Desde ahí empiezan los caminos y senderos que rodean la isla, tanto por el interior como por la costa, si vais a estar un par de días o tres o recomiendo que lo hagáis todo andando, apenas hay desnivel en la isla y el que hay tampoco es para matarse. Yo empecé por el sendero de la costa que lleva hasta la playa de notre-dame, eso si, me permitía abandonar el camino señalizado para coger cada uno de los senderos que salían de este, muchos de los cuales te llevan a pequeñas calas, antiguos fuertes de protección de la isla, miradores, etc.
Playa de Notre-dame

Al llegar a la punta más oriental (cap de medes)  cambié de camino y volví al puerto por el interior. Por aquí puedes ver muchas plantaciones de viñas, praderas verdes llenas de perdices, miradores, molinos, etc. La isla es bastante verde, la vegetación está compuesta casi en su totalidad de pinos, eucaliptos y arbustos.
En alguna cala de Porquerolles
La zona norte de la isla es algo mas abrupta, tiene unas pequeñas salinas y todo lo demás son acantilados chulísimos, como los del Bregançonnet, que al igual que en el sur, acaban en aguas azules transparentes. La zona occidental y hasta la playa de Langoustier intercala las calas de arena con las de roca, hay para todos los gustos, pero todas ellas muy bonicas.
Viñedos y puerto de fondo en Porquerolles
Unas 6 horas después de empezar el pateo llegué e nuevo al pueblo de Porquerolles, me tomé un par de cervezas para coger fuerzas y ya cuando el hambre me hacía ver borroso empecé otra aventura, la de encontrar algún sitio donde me dieran algo de comer, es casi tan difícil como encontrarte algo abierto! Finalmente en un bar pequeñito, al lado del puerto, les debí dar pena a las 2 chicas que estaban dentro terminando de recoger y muy amablemente me hicieron un bocadillo. Allí en la terraza del “le fly deck” nos quedamos hablando los 3 de lo interesante que es vivir en una isla tan pequeña como esa donde solo tienes 15 vecinos en invierno, los supermercados son las despensas de cada casa, el barco es obligatorio para cualquier cosa y salvo en verano que hay mucho movimiento de turistas italianos el resto del tiempo lo dedican a no hacer nada!
Cuantas perdices ves?
Ya a las 17:30 cogí el barco de vuelta, coincidió con el atardecer, lo que dejaba postales a cada lado que mirases. En el hotel aproveché la ultima media hora de la piscina cubierta para descansar de la larga jornada.
 Por la noche me fui a conocer Hyères, bastante mas tranquila que Toulon, es una ciudad pequeña, sin muchas referencias turísticas, pero donde no te aburres paseando por el casco antiguo, calles estrechas, casas de colores, ventanales inmensos y placitas de foto. Allí encontré un buen sitio para tomarme unas tapas “L´instant”, mucho queso, mucha carne y mucho vino, que mas se puede pedir?
Antes de volver  al hotel a morir me di mi último paseo por la playa, el viento se había calmado, raro en esta zona, y la luz de la luna alumbraba lo suficiente para no meter un pie en el agua.
Como todo el sur de Francia, al que poco a poco voy conociendo un poquito mejor, es una zona donde ir a pasar unas vacaciones, no recomiendo verano por la cantidad de gente que debe haber, tampoco el invierno cuando todo está cerrado, recomendaría los primeros meses de la primavera, aunque para gustos los colores, yo seguiré visitando esta zona en pleno invierno, al menos yo lo disfruto más!


"La distancia no es cuanto nos separemos, la distancia es si no volvemos".

2 comentarios:

  1. Escuchate al gran Renaud el mejor cantautor anarquista francés de la historia...Telephone esta guapo pero es pop de los 80 no te equivoques jajajjaa

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  2. Genial el artículo! leyéndolo dan ganas de ir allá corriendo, una pena que tenga la pierna rota!! Buenisimas las fotos y buenisima la lectura, espero verte pronto!!!
    Besuzos!!

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