4 dic 2011

Mi rinconcito de Marsella

03/12/12
Aunque me acosté tarde la noche anterior, por la mañana me quemaba la cama, como a las 9 me levanté, tras desayunar y sin saber muy bien que hacer, cogí la mochila, una botella de agua y un libro y me dispuse a encontrar un lugar en Marsella donde ir a relajarme y desconectar un poco del trabajo, del hotel y de todas esas cosas que no paran de darte vueltas en la cabeza. Es un consejo que me dio Dani en mi viaje a Gran Canaria, me llevó a  su rinconcito, enfrente del mar donde solo se escuchan las olas y el viento.
Me subí al autobús 83 que recorre toda la “Corniche”, un paseo que circula paralelo a la costa marsellesa hasta el Vieux Port, no sé cómo ni porque pero decidí bajarme en una parada que tampoco es que tuviese nada especial, pero algo me hizo presentir que estaba cerca de encontrar aquello que buscaba, me lié un cigarrillo y decidí meterme por un callejón pequeñico dirección al agua, lo que era una ciudad pasó a convertirse en un pueblo de pescadores, muy parecido a mi querido Cabo de Palos, callejuelas estrechas, casas bajas y olor a puerto, poco después llegué a un embarcadero en el que solo 6 o 7 barquitos lo llenaban, allí miré a mi alrededor, no había nadie, o casi nadie pues una chica que andaba sola pegaba su espalda a un pequeño muro que hacía de final de este embarcadero y con mucho cuidado le daba la vuelta para pasar al otro lado, enseguida seguí sus pasos y allí estaba! Un montón de rocas a la orilla del mar donde esta chica ya estaba sentada en una de ellas, y nadie más, dejé mi mochila y me senté, justo enfrente; a pocos cientos de metros de la costa se descubre “el alcatraz del Mediterráneo”, una fortificación que sirvió de prisión en el Islote de If, donde el Marqués de Sade y el Conde de Montecristo pasaron un tiempo encerrados.
Allí saqué un libro que me regalaron a los pocos días de estar en Marsella, la soledad de los números primos, de Paolo Giordano, un poco triste a ratos pero ideal para leerlo en un lugar como este. Allí me quedé embobado hasta las 2 de la tarde, con el libro, las olas, el castillo, 2 chicos tocando la guitarra que no sé cuando llegaron  y sin la chica a la que no me dió tiempo a agradecerle el hallazgo pues tampoco sé cuándo se fue.
No os diré el nombre del lugar, pero si alguien quiere conocerlo ya sabe lo que tiene que hacer.

Mi rinconcito


«En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.»


3 comentarios:

  1. ere un loco sin peina, ese libro esta guapo...

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  2. Jokin, me has emocionado!! Un abrazo campeón!

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  3. Buena pintuza tiene ese rinconcito hermano!
    Habrá que ir a verlo pues!! Nos ponemos a ello a ver qué conexiones hay para Carnavales ... febrero 2012...
    Salut mon pote et à bientôt!
    Daniel

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