25 feb 2012

Llanguedoc - Roussillon

Hace unos cuantos días que hice un recorrido exprés por el Departamento de Gard en la Región de Languedoc-Roussillon.

Empecé por la capital, Nimes, una ciudad que se encontraron los romanos de camino a España y decidieron decorarla. Está bastante bien comunicada en tren con todas las ciudades importantes de alrededor. Al salir de la estación de tren te encuentras el Boulevard de Prague que te lleva hasta el Anfiteatro Romano, espectacular! Muy bien conservado y en el que todavía gente como Bjork, Metallica, Radiohead o Manu Chao le dan un buen uso!!
Les Arenes, el anfiteatro de Nimes.
Con cualquier carnet que tengas, en plan, estudiante, joven, familia numerosa, docente, todo vale para comprarte por 6 euros en la entrada del anfiteatro un pase que te sirve para entrar a todos los sitios interesantes de la ciudad.
La Maison Carrée
Muy cerca está la oficina de turismo, donde te dan el mapa para que te sitúes en la ciudad. Lo siguiente que está marcado en el camino es la Maison Carrée, un templo romano a estreno! Dentro tienes un mini cine en el que proyectan un cortometraje de gente disfrazada que te cuenta como fueron pasando los años desde el primer poblado Galo que se asentó aquí hasta la actualidad.
Jardines de la Fontaine.
Siguiendo el canal que cruza Nimes llegas hasta los Jardines de la Fontaine, eran la puerta de entrada a la ciudad en la época romana, aquí desembocaba la Vía Domitia. Paseando por estos jardines te encuentras con el Templo de Diana y la Tour Magne. A Nostradamus, que no era de muy lejos de Nimes, se le ocurrió decir que en la Tour había oro escondido, los habitantes de la época cogieron herramientas y se liaron a palazos con la Tour Magne y la dejaron hecha un solar! Se puede entrar y subir a lo más alto, donde hay un mirador de toda la ciudad y alrededores increíble.
                   Templo de Diana          La Tour Magne   Vista de Nimes, y la Via Domitia
De vuelta al centro se pueden ver varias iglesias, el mercado municipal, el teatro, la universidad y la Catedral de Saint Castor que es de rápida visita pues después de verla te vuelves a ver las otras iglesias más detenidamente ya que son más bonitas!
Tomando un respiro en la catedral.
Para terminar la jornada se puede entrar gratuitamente al museo de historia natural y al museo arqueológico, que comparten edificio.

Ya oscureciendo marchamos al campo base, una casa que tiene Pascal en la montaña, a las afueras de la Comuna de Alès, bastante grande y muy bonita, reformada, con 2 plantas y una antigua cuadra  en medio del jardín convertida en un cobertizo presidido por una barbacoa, que mejor cena que carne a la brasa, champagne y vinos de la zona! El primer día terminé dormido en el sofá enfrente de la chimenea, me costó volver a mi habitación a tirarme en la cama!
Mi último recuerdo del día!

Desayuno de campeones y a seguir con la ruta. Entramos en el municipio de Uzès por un camino rural, lo primero que distingues de la villa es un castillo en el centro y la torre de la catedral de Saint Théodorit. Lo mejor que tiene esta ciudad es recorrérsela a pie sin dejarse ni una calle. El casco antiguo sigue manteniendo su carácter medieval. El castillo antes nombrado es privado, de la familia Uzès, por lo que no resulta fácil entrar si vas por tu cuenta.
Entrada a Uzes, visión desde fuera de la Villa y fachada de la catedral.
La Place aux Herbes, emplazada en el centro del casco antiguo, está rodeada de soportales, si no entendí mal, todos los días ponen un mercado chulísimo, los puestos de fruta y verduras le dan color y los puestos de hierbas aromáticas le ganan la batalla por el aroma a los puestos de carne y pescado. En la misma plaza hay una tienda dedicada a la trufa…hay aceites, quesos, tallarines y demás pastas, embutidos, licores, chocolates…y todo ello hecho con trufa!!
Calle de Uzès, detalles del castillo y los soportales que rodean la place aux herbes
Después de comer en una terraza de la plaza nos fuimos a bajar la quiche a le Pont du Gard, un acueducto de 50 metros de altura y 275 de largo que cruza el Río Gardón, es una obra maestra de la arquitectura romana. En este paraje natural hay una red de caminos y sendas acondicionadas para hacer senderismo con mas de 15 kilómetros, y bueno, si quieres seguir andando no tienes a mas de 25 km las ciudades de Arles, Avignon o Nimes. A 20 minutos a pie del acueducto hay un camping, Les Gorges du Gardon, donde puedes alquilar bicicletas, canoas y kayaks para disfrutar de la naturaleza.
Le Pont du Gard
La noche fue muy movidita, cena en una taberna clásica, concierto de rock en un bar algo cutre, paseos nocturnos por la montaña, mucho vino y tequilas sunrises que hicieron de la noche un broche ideal para dar por finalizado el viaje por esta bonita región francesa plagada de viñas, encinas, canales, ríos y rocas blancas.


6 ene 2012

A 80 km al este de Marsella....

A 80 kilómetros al este de Marsella, siguiendo la A-50, se llega a la comuna de Hyères, una población mediana a orillas de la costa de la que sale una península (Giers), muy parecida a La Manga del Mar Menor pero en miniatura. Esta península está compuesta a su vez de pequeños núcleos de casas como Le Pousset, La Madrague, La Tour Fondue, etc... Todos estos pueblos dan al mar haciendo de cada uno de sus rincones unos lugares dignos de ver. Justo enfrente y no a muchos cientos de metros de la costa se divisan varias islas como Porquerolles, Port-Cros y la isla de Levant además de muchos islotes.
Playa en "La Capte"


Salinas en La Capte
Los 2 kilómetros y medio que unen el sur de Hyères con la península están rodeados a un lado del Mediterráneo y al otro lado de unas salinas llenas de flamencos y demás aves del estilo, todo está muy bien comunicado por autobús público aunque también se puede hacer a pie o en bicicleta.
Por toda esta zona hay muchos campings, hoteles y apartamentos para pasar unos días, también hay restaurantes, pero vamos, salvo los hoteles todo está cerrado de Octubre a Abril así que mas vale ir preparado con víveres si como yo decís de ir en invierno y es que me encanta visitar estos lugares cuando no hay diez mil quinientos turistas turisteando por los alrededores.

Para no desaprovechar los privilegios que tiene trabajar en un hotel me alojé en otro de la misma marca, eso si, bastante diferente a todos los que conocía, con jardines, piscina climatizada, tratamiento de talasoterapia y acceso directo a la playa.
Piscina climatizada desde la terraza de mi habitación
Tras hacer una primera toma de contacto de las instalaciones y de los alrededores del hotel, ya con el cuerpo nuevo después de las burbujas, me monté en el coche y me fui a Toulon, una ciudad a unos 15 km, allí me di un paseo por el puerto hasta “la grosse tour” un fuerte a la entrada de la bahía. Volviendo al centro dejé a un lado los paseos de la costa y me metí por las calles del centro, donde los restaurantes con terrazas llamativas se convirtieron en autenticas tabernas de pescadores locales viendo partidos de rugby, es algo que siempre hay que hacer cuando se visita una ciudad, después de haber visto lo turístico hay que adentrarse en los barrios, allí encontré un buen lugar para cenar “le bar du sud”.
Le Madrague
Embarcadero de "Le Tour Fondue"
A la mañana siguiente fui al puerto de La Tour Fondue desde donde salen  todos los días los barcos dirección a la Isla de Porquerolles, 18€ ida y vuelta, el primero es a las 7 de la mañana y luego van saliendo cada hora, hora y media hasta las 17:30 en invierno y las 19:30 en verano. Los mismos horarios para la vuelta de Porquerolles.











Le Tour Fondue

Una vez en la Isla conforme vas saliendo del puerto te encuentras justo enfrente la oficina de información turística, bastante cutre, todo hay que decirlo, como mucho te dan un mapa que parece dibujado por espinete, lo bueno es que la isla no es muy grande, tiene unas dimensiones de unos 7´5 km de la largo por 2´5 de ancho. Justo al lado de la oficina de información está el núcleo habitado de la isla, 10 o 12 bares, 4 o 5 tiendas de alquiler de bicicletas y no mas de 50 casas.
Porquerolles
Desde ahí empiezan los caminos y senderos que rodean la isla, tanto por el interior como por la costa, si vais a estar un par de días o tres o recomiendo que lo hagáis todo andando, apenas hay desnivel en la isla y el que hay tampoco es para matarse. Yo empecé por el sendero de la costa que lleva hasta la playa de notre-dame, eso si, me permitía abandonar el camino señalizado para coger cada uno de los senderos que salían de este, muchos de los cuales te llevan a pequeñas calas, antiguos fuertes de protección de la isla, miradores, etc.
Playa de Notre-dame

Al llegar a la punta más oriental (cap de medes)  cambié de camino y volví al puerto por el interior. Por aquí puedes ver muchas plantaciones de viñas, praderas verdes llenas de perdices, miradores, molinos, etc. La isla es bastante verde, la vegetación está compuesta casi en su totalidad de pinos, eucaliptos y arbustos.
En alguna cala de Porquerolles
La zona norte de la isla es algo mas abrupta, tiene unas pequeñas salinas y todo lo demás son acantilados chulísimos, como los del Bregançonnet, que al igual que en el sur, acaban en aguas azules transparentes. La zona occidental y hasta la playa de Langoustier intercala las calas de arena con las de roca, hay para todos los gustos, pero todas ellas muy bonicas.
Viñedos y puerto de fondo en Porquerolles
Unas 6 horas después de empezar el pateo llegué e nuevo al pueblo de Porquerolles, me tomé un par de cervezas para coger fuerzas y ya cuando el hambre me hacía ver borroso empecé otra aventura, la de encontrar algún sitio donde me dieran algo de comer, es casi tan difícil como encontrarte algo abierto! Finalmente en un bar pequeñito, al lado del puerto, les debí dar pena a las 2 chicas que estaban dentro terminando de recoger y muy amablemente me hicieron un bocadillo. Allí en la terraza del “le fly deck” nos quedamos hablando los 3 de lo interesante que es vivir en una isla tan pequeña como esa donde solo tienes 15 vecinos en invierno, los supermercados son las despensas de cada casa, el barco es obligatorio para cualquier cosa y salvo en verano que hay mucho movimiento de turistas italianos el resto del tiempo lo dedican a no hacer nada!
Cuantas perdices ves?
Ya a las 17:30 cogí el barco de vuelta, coincidió con el atardecer, lo que dejaba postales a cada lado que mirases. En el hotel aproveché la ultima media hora de la piscina cubierta para descansar de la larga jornada.
 Por la noche me fui a conocer Hyères, bastante mas tranquila que Toulon, es una ciudad pequeña, sin muchas referencias turísticas, pero donde no te aburres paseando por el casco antiguo, calles estrechas, casas de colores, ventanales inmensos y placitas de foto. Allí encontré un buen sitio para tomarme unas tapas “L´instant”, mucho queso, mucha carne y mucho vino, que mas se puede pedir?
Antes de volver  al hotel a morir me di mi último paseo por la playa, el viento se había calmado, raro en esta zona, y la luz de la luna alumbraba lo suficiente para no meter un pie en el agua.
Como todo el sur de Francia, al que poco a poco voy conociendo un poquito mejor, es una zona donde ir a pasar unas vacaciones, no recomiendo verano por la cantidad de gente que debe haber, tampoco el invierno cuando todo está cerrado, recomendaría los primeros meses de la primavera, aunque para gustos los colores, yo seguiré visitando esta zona en pleno invierno, al menos yo lo disfruto más!


"La distancia no es cuanto nos separemos, la distancia es si no volvemos".